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En el artículo que publiqué hace un par de días sobre cómo diseñar una colección, hablaba por encima de lo mal material que es el zinc para la acuñación de monedas. Hoy vamos a explorar el por qué, cómo esta lección la aprendí a las malas, y cómo evitar que te pase lo que a mí.
El desastre
Hace unos cuantos años, hice un intercambio de monedas con una persona de Francia. Entre las piezas que me tenía que mandar estaban dos monedas de 20 céntimos de 1941 de la Francia de Vichy de dos tipos diferentes, pero ambas hechas de zinc.
El intercambio fue como la seda.
Cuando el sobre llegó a casa, lo abrí como cualquier otro sobre con monedas, despacito y con buena letra. Puse las monedas sobre la mesa mientras las miraba…
…y cuando quise darme cuenta, una estaba rodando rápidamente hacia el proverbial precipicio que supone el borde de la mesa.
Quise echar la mano para cazarla en el aire, pero no llegué a tiempo.
¡Clank!
La moneda había golpeado el suelo de azulejo de mi cocina. Cuando eché la vista abajo, vi que se había partido en cuatro trozos.
Y yo me quedé con cara de gilipollas.
Menos mal que no era una moneda cara. Se acuñaron 54 millones, y conseguir una en la misma conservación media (MBC+, EBC-) no rompe la banca. De hecho, calculo que en el intercambio la difunta pieza me había costado entre 3 y 4 euros.
Fue más la desilusión que la cartera.
¿Por qué se partió la moneda?
Unos días después, mirando los restos, se me ocurrió que nunca había visto una moneda partirse tan limpiamente con un golpe. Dado que esa también era la primera moneda hecha puramente de zinc que conseguía, mi primer instinto era ver si era culpa del zinc.
Y así fue.
El zinc puro es un material relativamente duro, pero fácil de moldear cuando se calienta, y que aguanta bien las deformaciones cuando está frío. Esto lo hace, en teoría, un buen material para acuñar moneda.
Pero también es un material bastante caprichoso: si contiene pequeñísimas cantidades de otros metales como contaminantes, se vuelve quebradizo.
Por otro lado, el zinc recién laminado tiene un color plateado muy brillante, pero el proceso de patinación es bastante rápido. La pátina del zinc en condiciones naturales es gris oscuro tirando a negro.
Ese color oscuro de la pátina a veces tapa el óxido que puede aparecer en el zinc, y que casi siempre se manifiesta como una especie de polvo de color blanquecino. El zinc puro sin tratar desarrolla oxidación bastante rápidamente, y es capaz de llegar a bastante profundidad dentro del cospel.
Sabiendo esto, mi hipótesis es que la moneda que me rompió el corazón, que ya de por sí tiene un cospel bastante fino, se partió por la existencia de impurezas en el zinc haciéndolo quebradizo, lo que unido a una debilidad estructural causada por cierta oxidación escondida por la pátina, hizo que la pieza fuera mucho más frágil de lo normal.
Y si el zinc es tan malo, ¿por qué se usaba?
Salvo un par de pares de excepciones y sin tener en cuenta fichas y medallas, la mayoría de las monedas de zinc puro aparecen en dos grandes periodos:
Periodo 1: Primera Guerra Mundial
El primer gran periodo de acuñación en zinc puro es la Primera Guerra Mundial, especialmente en Alemania.
En los países que el Reich fue ocupando también se comenzaron a emitir monedas en zinc, como esta de Bélgica.
Además, muchas de las monedas de emergencia locales que sustituyeron al marco por falta de capacidad de producción de monedas circulantes por parte del estado alemán, el famoso notgeld, estaban hechas de zinc.
Periodo 2: Segunda Guerra Mundial y postguerra
El segundo periodo, y de calle el más prolífico, es la Segunda Guerra Mundial. Especialmente Alemania, sus territorios ocupados, y sus estados títere.
En menor medida, el zinc también se usó en las colonias francesas.
Pero el Eje y Francia no fueron los únicos, otros países como Bolivia también tuvieron que recurrir al zinc.
Otros estados tuvieron que recurrir al zinc en los primeros años de postguerra. Austria, por ejemplo, tuvo una de las monedas de zinc más longevas de la historia, los 5 Groschen que se emitieron entre 1948 y 1994.
Hoy en día, el zinc puro se sigue usando en monedas, pero siempre con un galvanizado en cobre. El mejor ejemplo de esto es también la moneda más inútil de la historia, el centavo estadounidense.
El zinc en tiempos de guerra
A estas alturas, te habrás dado cuenta de que las monedas de zinc puro casi solo salen en momentos de guerra. Y tampoco vale cualquier guerra: tiene que ser una que tenga un consumo de munición estatosférico debido al enorme número de soldados y países envueltos en ella. Dicho de otra manera, se tiene que dar una guerra entre grandes potencias.
Estas guerras causan una escasez de metales a nivel mundial, ya que en su mayoría se destinan a la producción de armas y de municiones. Pero el zinc, más allá de utilizarlo en pequeñas cantidades en aleaciones, no se puede usar para municiones.
Y es que, tradicionalmente, al disparar una bala de zinc, sus propiedades hacen que se desintegre parcialmente dentro del cañón del arma, dejando un polvillo que más pronto que tarde hará el arma inservible.
Por tanto, con una escasez de los metales tradicionales para acuñar moneda, y con el zinc disponible, barato, e inservible para municiones, su elección parece obvia.
Pero esa elección, después de tanto tiempo, a los coleccionistas nos causa muchos quebraderos de cabeza. Veamos cómo podemos mitigarlos.
¿Cómo protejo mis monedas de zinc?
A la hora de guardar una moneda cualquiera, tenemos tres grandes opciones: al aire, cartoncillo, o cápsula.
Dada la capacidad de corrosión del zinc, es mejor no guardarla al aire. Y dada la fragilidad inherente a una moneda hecha de zinc, el cartoncillo, con lo endeble que es y la facilidad que tiene para doblarse, tampoco es la mejor opción.
La única opción realista que nos queda es la cápsula. En mi opinión, es lo mejor para una moneda de zinc: el plástico duro evita que la moneda se lleve golpes, y el que sea estanca retrasa (pero no evita) los efectos del medio ambiente sobre el material, incluida la corrosión.
Y nada, hasta aquí la historia de otra lección (¡una más!) que aprendí a base de hacer el imbécil con monedas. Si quieres leer otra, también conté cómo me cargué una cartera E-87.
Qué bien escribes y describes. Me das envidia
Un fuerte abrazo.-Juan Bautista
Me alegro de que te haya gustado, Juan Bautista!
Un abrazo.
Muy buena e ilustrada lección de materiales usados en la numismatica.
Muchas gracias «maestro».
Saludos:
Francisco Pérez
Muchas gracias a ti por leerme, tocayo!
Un saludo.
Francisco
Muy buena investigación y si, el zinc es un material poco apto para acuñar monedas de buena calidad pero es parte de lo que nos han dejado las grandes guerras a nivel numismático.
Saludos desde Bs As.
Pues sí, Gustavo, al final estas piezas son un buen reflejo de la numismática como espejo de la Historia. Un saludo!
No se ven las imágenes del final 🙁 He probado en varios navegadores, en el modo incógnito, y nada, qué horror.
Es una pena porque es de mis blogs favoritos.
Com.2: Ya se ven, la madre que me parió.
Com 3: Pero puestos a poner una queja, dice:
«Tu comnetario está esperando a ser revisado», es decir, comNetario en vez de comentario.
No es necesario que se publique ninguno de los comentarios, pero sí corregir los errores.
NOTA: Comentarios fusionados por ColeMone.
Buenas Perico! Si están, lo que pasa es que a veces se cachean mal en el dispositivo en el que estés, y hay que esperar a que la caché se reinicie, o reiniciarla manualmente.
Lo de comnetario, pues no lo había visto! Las traducciones (incluyendo ese error) son las automáticas que vienen con wordpress, a ver si les doy un toque.