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En 2015 se cumplía el 200 aniversario de la Batalla de Waterloo, esa donde Napoleón perdió hasta los pantalones. Bélgica quiso emitir una moneda conmemorativa de 2 euros celebrándola, pero a Francia no le pareció bien. La discusión se acabó yendo de madre, y provocó un pequeño conflicto diplomático entre ambos países, que por alguna razón en España pasó bastante desapercibido. Ésta es la historia.
La batalla burocrática
La emisión de monedas de 2 euros conmemorativas tiene un proceso legal que viene marcado por el Reglamento (UE) Nº 566/2012 del Consejo de 18 de junio de 2012. En el apartado 3 de su Artículo 1 se estipula que cualquier país de la Eurozona tiene que informar del tema y diseño de la moneda al resto de países, al Consejo Europeo y a la Comisión Europea al menos 3 meses antes de su puesta en circulación.
Eso se hace enviando un boceto de diseño al Consejo, y eso fue exactamente lo que Bélgica hizo el 25 de febrero de 2015. Fue publicado al día siguiente, y ésta es la famosa moneda en cuestión que aparecía en él:
La moneda representa a la Colina del León, una estatua situada sobre un monte artificial en el terreno donde se libró la batalla, y abajo, una representación esquemática de la disposición de las tropas durante el enfrentamiento. Tenían previsto acuñar 275.000 copias, meterlas en una coincard y venderlas a 8 euros en abril de 2015. Peeero… de febrero a abril realmente sólo hay dos meses, no tres como estipula el reglamento: de febrero a marzo, y de marzo a abril. Éste es el primer error que Bélgica comete.
Tras la publicación del boceto, según el reglamento, el resto de países miembros de la Eurozona tiene 7 días para «plantear cualquier objeción al boceto de diseño propuesto por el Estado miembro emisor, en caso de que el diseño pueda provocar reacciones adversas entre sus nacionales» (apartado 4).
Aquí pueden pasar dos cosas, según los apartados 6 y 7:
a) Nadie se queja: si la Comisión considera que el boceto respeta los requisitos técnicos, el propuesta queda aprobada.
b) Alguien se queja: El país emisor tiene otros 7 días para retirar voluntariamente el boceto o comunicarle al Consejo su intención de modificarlo. Si no hace ninguna de las dos, el Consejo decide si la moneda se emite o no a través de una votación.
No es muy habitual que ningún país proteste por el diseño o tema de las monedas de otro país, pero pasar, pasa. Hasta donde yo sé, la última vez fue en 2019, cuando dos países elevaron una objeción a que Italia emitiera unos 2 euros conmemorativos dedicados al Centenario de la Asociación Nacional de Alpini. No se sabe quién, porque las objeciones no se publican oficialmente. Sin embargo, los mentideros numismáticos dicen que fueron Grecia y Alemania, alegando que era un tema inapropiado dado el pasado colaboracionista del cuerpo militar de los Alpini con la Wehrmacht nazi en la Segunda Guerra Mundial.
El mismo día que se presentaron las objeciones por escrito, Italia retiró el boceto y ahí quedó la cosa, sin que se forme mayor polémica. Y eso es lo que suele pasar: todo se hace rápido y en privado.
Pero con la moneda belga pasaron dos cosas completamente diferentes.
Ea, ea, ea, Francia se cabrea
El 5 de marzo de 2015, en el séptimo día desde la publicación del boceto belga, Francia elevó una queja a la Comisión. Como te decía, estas objeciones son casi siempre privadas y no se publican, pero esta vez fue diferente: Francia permitió la publicación.
Ademas, las objeciones suelen ser sobre cosas concretas. Pero la de Francia es diferente. El alegato galo fue que (ésta y el resto de traducciones son mías):
Es otras palabras: nos ofende profundamente y como la emitáis os vais a cargar el consenso alrededor del euro. Una objección fuertísima y sin precedentes.
Sin embargo, todo esto fue publicado en el registro de documentos del Consejo Europeo, que es accesible para todo el mundo gracias a las leyes europeas de transparencia. Muy, muy poca gente está pendiente de lo que se publica, pero siempre hay cotillas.
Sin embargo, las malas lenguas dicen que hubo otro motivo: la venganza. Unos meses antes, a finales de 2014, Francia mandó a la Comisión Europea el boceto de diseño de una conmemorativa de 2€ dedicada al 500 Aniversario de la Batalla de Marignano.
El 1 de febrero de 2015, la Casa de la Moneda de Francia anunció que este diseño iba a ser retirado porque también tuvo objeciones. Y dicen los mentideros que, además de Italia, Bélgica fue uno de los países que se quejó por ella.
La bronca se hace pública
La numismática es old school para todo. Incluso en Internet. Aún hoy en día las comunidades numismáticas online están en foros. En 2015 había dos foros en concreto, uno holandés ya desaparecido y uno alemán, que están pendientes diariamente de ese registro para ver si hay novedades con los famosos bocetos.
El día 10 de marzo salta la liebre en uno de esos foros, y la noticia es recogida por varios blogs especializados en coleccionismo de monedas. Pronto se convierte en uno de los grandes chascarrillos del momento en la comunidad numismática europea, generando todo tipo de debates.
De ahí, de alguna manera, salta a la prensa generalista. Y lo hace en el país menos esperado.
La prensa de Reino Unido echa leña al fuego
Ese mismo 10 de marzo, el diario británico The Telegraph publica un artículo (hoy de pago, desafortunadamente) relatando lo que os acabo de contar.
¿Y por qué conmienza todo ésto en Reino Unido? Por una sencilla razón: el Brexit. En marzo de 2015, se estaba preparando el Proyecto de Ley que a la postre convocó el referéndum del Brexit. Los periódicos próximos al Partido Conservador, del que The Telegraph es uno de los máximos exponentes, estaban empezando a crear opinión a favor de la salida del Reino Unido de la UE. En ese contexto, sacar una historia que mostrara los desacuerdos de los estados miembros, especialmente por algo tan nimio como una moneda, jugaba perfectamente en esa estrategia anti-UE de la derecha británica.
Oliéndose que el lío que se estaba montando iba a ir a más, y tras una acalorada reunión de un subcomité de partes compuesto por los Directores de Hacienda de la zona euro en la que quedó claro que otros países europeos apoyaban la posición francesa, el día 11 de marzo Bélgica retira el boceto a través de un muy lacónico mensaje a la Comisión. Una vez más, casi al límite del plazo.
Pero ya era demasiado tarde. En los dos días posteriores, la noticia saltó del Telegraph a otros medios conservadores británicos como el Daily Express y el Daily Mail, de ahí a la BBC y a medios laboristas como The Guardian, a la prensa belga y francesa, y finalmente al resto de prensa europea e internacional.
Los titulares no tuvieron desperdicio, muchos girando alrededor de la idea de que ésto era «La Segunda Batalla de Waterloo»:
Cruce de declaraciones
Las declaraciones entre políticos de todos los países implicados volaron cuales flechas venenosas a través del Canal de la Mancha y del Río Lys. Los políticos conservadores británicos hicieron su agosto para hacer sangre de su enemigo tradicional. El parlamentario Peter Bone dijo que:
Johan Van Overtveldt, Ministro de Economía de Bélgica entre 2014 y 2018, vino a decir que la polémica era estúpida, lanzando un dardo a Francia y a la prensa británica:
Un diplomático anónimo belga, en declaraciones para la BBC, expresó su sorpresa por el hecho de que:
Los trabajadores de la Real Fábrica de la Moneda Belga lanzaron una campaña en redes sociales mostrando como la Casa de la Moneda de Paris vendía piezas relacionadas con Waterloo, y uno de ellos se quejó de que:
El diario francés Le Monde consultó con la Embajada gala en Bruselas, y un portavoz, restándole importancia a todo este asunto, les dijo que:
Bélgica perdió una batalla, pero no la guerra
Sin embargo, en mi opinión, la declaración a prensa más interesante la hizo Manuela Wintermans, la directora del UNSP, el sindicato de los trabajadores del Ministerio de Economía de Bélgica. Wintermans hizo público que ya habían sido acuñadas y embaladas unas 180.000 monedas de la tirada final de 275.000, y que el estado belga había calculado un beneficio de 2,75 millones de euros a traves de su venta. Sin embargo, al tener que se destruídas, la cuenta final sería una pérdida de 1,5 millones de euros.
De hecho, existen imágenes de las piezas ya acuñadas y embaladas en un vídeo de la cadena de televisión belga RTL:
Para mí, el hecho de que ya tuvieran acuñada más de la mitad de la tirada final antes de que el boceto fuera aprobado es el segundo gran error que cometen. Y además, demuestra que a Bélgica toda esta polémica le pilló con el pie cambiado, y no se esperaban tanta resistencia a sus planes de emisión.
La moneda de 2,5€
Sin embargo, las mentes pensantes de Bélgica no se quedaron quietas, y ya al día siguiente de la retirada del boceto original, comienzan a especular con una idea en la que Francia no tendría ni voz ni voto.
Y es que existe otro reglamento europeo para la emisión de monedas, el Reglamento (UE) Nº 651/2012 del Parlamento Europeo y del Consejo del 4 de julio de 2012, que regula las monedas de colección, es decir, aquellas que emiten los estados miembros para la venta directa a coleccionistas, sin intención de que circulen.
Este Reglamento tiene cuatro provisiones clave para ésta historia:
a) Las monedas de colección son de curso legal, pero sólo en el país emisor (Artículo 5.1). Ésto significa que, por ejemplo, las monedas de 30 euros de plata que emite España, se pueden usar para pagar cosas, pero sólo en territorio español.
b) Tienen que tener un valor facial distinto al de las monedas de euro normales (Artículo 5.2a). Entre otras cosas, eso obliga a Eslovenia a que sus monedas de colección bimetálicas tengan un facial de 3 euros, por ejemplo.
c) De entre el color, el diámetro y el peso, dos de esas tres características tienen que variar perceptiblemente de las monedas de euro normales (Artículo 5.2c). Es decir, las monedas tienen que ser sensiblemente más grandes o más pequeñas que las monedas normales de euro, y/o ser de otro color y material.
d) En ningún lado se dice que los estados tengan que buscar la aprobación de otros estados para los temas y diseños de éstas monedas. Básicamente pueden emitir lo que les da la gana, ya que teóricamente son para consumo interno y no de toda la Eurozona.
Con este reglamento en la mano, Bélgica presenta lo siguiente:
Es decir, se saca de la manga una moneda de 2,5€ hecha en latón de 25,5 milímetros de diámetro, 11 gramos de peso y 2,8 milímetros de grosor y reutiliza el diseño y el embalaje.
El precio de venta al público fue de 6 euros, y se acuñaron unas 70.000 en coincard, que casualmente es más o menos el mismo número de embalajes planeados para la conmemorativa de 2€ menos el de destruídos (275.000 y 180.000 respectivamente).
Además, se acuñaron otras 30.000 que fueron incluídas en la cartera anual con todas las monedas circulantes belgas de ese año, en el lugar que normalmente está reservado para la moneda conmemorativa de 2 euros.
Y además, por si acaso, acuñaron también una de 10 euros en plata .925 (33 milímetros de diámetro, 18,75 gramos de peso, tirada de 10.000 unidades) con un diseño diferente:
Las reacciones no se hicieron esperar. En Francia se lo tomaron como poco menos que una humillación, y en el Reino Unido, ya se lo tomaban a pitorreo puro, como demuestra este extracto de un artículo de The Guardian:
Por supuesto, a través de su Ministro de Economía, Bélgica dijo que la moneda de 2,5€ no se emitía para enfadar deliberadamente a Francia. Y Francia, no pudiendo hacer nada, se calló.
Y parecía que ahí quedaba la historia. Pero no: hay un epílogo.
La moneda de los 6.000 euros
¿Te acuerdas de los foros numismáticos que te comentaba antes?
Pues en octubre de 2017, un usuario del foro alemán emuenzen.de informaba de que un minorista holandés había puesto a la venta una de las monedas originales de 2€ dedicadas a Waterloo, que en teoría habían sido destruídas.
Además, ese mismo minorista comentaba que algunas -un número indeterminado- de esas monedas habían sido salvadas de la destrucción y que tenía una de ellas en su poder. La oferta desapareció rápidamente de su web. En teoría, vender una iría contra la ley, ya que todo apunta a que fueron robadas de la ceca belga y distrubuidas ilegalmente.
Pero todo esto nos deja una gran pregunta: ¿Existen de verdad y están circulando por el mercado negro numismático, o este comerciante se lo ha inventado todo? Desgraciadamente, aún no tenemos una respuesta, pero como demuestra el caso del Double Eagle americano de 1933, en numismática todo se acaba sabiendo.
Sea como fuere, lo que sí es, es el primer gran misterio de la colección de euros.
no conocía tu web ni esta disputa internacional por una moneda. Me parece un asunto muy curioso y gracioso a la par 🙂
Vengo a tu blog por el blog de Adolfo.
Saludos
Bienvenido, y me alegro de que hayas disfrutado del artículo!
Acabo de ver tu entrevista con Adolfo en Youtube, muy interesante.
¿Hay alguna forma de estar enterado de cuando publicas nuevos post en tu blog? ¿Tienes alguna newsletter donde dejarte un email?
Saludos
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