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En 2017, Berlín vio como uno de sus museos más prestigiosos, el Bode, era penetrado sin piedad por unos ladrones desconocidos, que robaron una moneda de oro con un valor facial de 1 millón de dólares canadienses y que pesaba 100 kilos, conocida como la Big Maple Leaf. Ésta es la historia en profundidad del robo, la investigación, los juicios, y todo lo que pasó entre medias.
ACTUALIZACIÓN (19/12/2020): Hay grandes novedades sobre el caso, las puedes encontrar al final del artículo.
La moneda robada: la Big Maple Leaf
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Cada año, Canadá emite una moneda de oro para inversión llamada Maple Leaf. Sin embargo, en 2007, como ejercicio de promoción de su tecnología, la Royal Canadian Mint (RCM) decidió acuñar en sus instalaciones de Ottawa 6 monedas de oro gigantes, más o menos del tamaño de una tapa de alcantarilla, conocidas como la Big Maple Leaf.
Las Big Maple Leafs tienen un peso de 100 kilos y una pureza de .99999. Con sus 53 centímetros de diámetro y 3 de grosor, contienen 3.215 onzas troy de oro, haciéndola en su momento la moneda más pura y más pesada del mundo, un récord que le duraría hasta que Australia acuñó una pieza de una tonelada en 2011. El valor facial en la moneda es de 1 millón de dólares canadienses (unos 645.000 euros a día de hoy), pero el valor real se calcula en unos 4 millones de euros. De las 6 monedas acuñadas, la primera se la quedó la propia RCM, y sigue almacenada en Ottawa. Las otras cinco fueron vendidas a coleccionistas privados anónimos, y se cree que una la tiene Isabel II, y otras dos están en Arabia Saudí.
¿Por qué fabricamos en la Royal Canadian Mint la moneda de oro más pura y grande del mundo? Porque podemos.
Web de la RCM
En 2010, el coleccionista alemán de arte e inversionista inmobiliario Boris Fuchsmann estaba en Sudáfrica para ver el Mundial. Y en su hotel, vio el anuncio de una subasta de monedas en la que la gran atracción era, precisamente, la Big Maple Leaf. Fuchsmann dice que se enamoró de la moneda nada más verla y tras mucho negociar, acabó comprándosela al anterior propietario, una empresa tratante de oro española, por 3,4 millones de euros. Y es que la Big Maple Leaf es una de las monedas más valiosas del mundo.
Consciente de la transcendencia de la moneda, Fuchsmann, residente de Düsseldorf, se la cedió al Museo Bode de Berlín para que la expusieran publicamente. Ésta es una de las instituciones numismáticas punteras a nivel global: su Münzkabinnet (gabinete numismático) es el hogar de una colección de 500.000 piezas que van desde los inicios de la acuñación de monedas en Asia Menor en el siglo VII a.C. hasta la actualidad.
El robo: tres chavalitos, una escalera y una carretilla
A principios de marzo de 2017, un joven de 17 años llamado Denis W., que trabajaba en una firma de seguridad privada, fue destinado al Museo Bode como guardia de seguridad. Parecía un chico normal con amistades normales: entre su círculo de amigos de la infancia, todos con entre 17 y 20 años, estaban un mensajero y un estudiante universiario, los hermanos Ahmed y Wicci Remmo, y el primo de éstos, Wissam Remmo, que aún estaba en el instituto.
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Pero ya se sabe que las apariencias engañan. Resulta que Ahmed, Wayci y Wissam ya tenían antecedentes, y eran parte una familia criminal de Berlín conocida como el Clan de los Remmo, una parte de la mafia libanesa de la ciudad cuyas «proezas» van desde el robo de bancos al asesinato. Cuando Denis le contó a Ahmed que estaba trabajando en el Bode y que había una moneda de oro gigante y valiosa, a éste le empezó la cabeza a dar vueltas. Llamó a Wissam y Wicci y se pusieron a elaborar su plan.
Denis les contó todo lo que necesitaban saber del museo. Los detalles del sistema de alarma, los pasillos que iban hasta la moneda, los recorridos de los guardias, las puertas que tendrían que atravesar… Todo. Y había un detalle crucial: resulta que una de las ventanas del segundo piso, que daba a un vestuario, no estaba conectada al sistema de seguridad general del museo.
Cuenta el diario alemán Frankfurte Allgemaine que los criminales reconocieron la zona dos veces, el 25 y 26 de marzo. En ambos, se bajaron en la estación del S-Bahn (el tren de superficie de Berlín) de Hackescher Markt y avanzaron por las vías hasta un viaducto del S-Bahn colindante con el museo. En el segundo día, pusieron allí una escalera y llegaron a abrir la ventana del vestuario, y, efectivamente, nada pitó.
Y con eso ya lo tenían todo: un objetivo, un punto de entrada, un plan de escape y un hombre dentro. La fecha sería el 27 de marzo.
A eso de las 3 y media de la mañana del lunes 27 de marzo ejecutaron su plan. Ahmed, Wayci Wissam se bajaron del S-Bahn, una vez más, en la estación de Hackescher Markt y avanzaron por las vías hasta el viaducto. Pusieron una escalera de mano de aluminio hacia la ventana del vestuario, y entraron por ella. En ese momento, Denis ya había apagado el sistema de seguridad del museo y se había asegurado de que la ventana estuviera abierta.
Comenzaron su camino, alrededor de 150 metros de distancia, hacia la estancia donde estaba expuesta la moneda, poniendo una cuña en cada puerta que cruzaban para asegurar que se mantuviera abierta en su escape.
La Big Maple Leaf estaba expuesta en una vitrina, protegida por un cristal antibalas. Uno de los criminales sacó un mango de hacha y golpeó el vidrio hasta que estalló en mil pedazos. Entre todos, alzaron la moneda, la colocaron sobre un soporte rodante, y volvieron corriendo a la ventana. Allí, primero, lanzaron la moneda al vacío, cayendo sobre las vías de ferrocarril. Luego, descendieron ellos por la escalera.
Ya en la calle, los ladrones recogieron la moneda y la pusieron sobre una carretilla. Avanzaron un poco por las vías hasta que llegaron al cercano Parque Monbijou. Volvieron a tirar la moneda al vacío y bajaron haciendo rappel por una cuerda colgada del puente al parque. Un Mercedes Clase S estaba esperándoles allí. Se subieron, arrancaron, y desaparecieron.
Como dijo Deustche Welle citando al diario berlinés Tagesspiel, había sido «la versión pobre de Ocean’s Eleven».
La investigación y el circo mediático
Los bandidos habían desaparecido del lugar del crimen antes de que llegara la policía, que fue alertada por otro guardia de seguridad del museo a eso de las 4 de la mañana.
The Guardian informa de que «un detective de policía que declaró [en el juicio] describió su sorpresa al haber sido llamado al museo poco después de las seis de la mañana para investigar el robo de una moneda, ‘asumiendo que, bueno, que era una moneda que había desaparecido’. Dijo que al mirar más de cerca la placa que estaba al lado de la vitrina rota, descubrió que ‘en realidad, se trataba de una moneda de 100 kg’, provocando risas ahogadas en la sala».
Los que no tardaron en llegar fueron los principales medios de comunicación, primero alemanes, y luego, mundiales. El titular dió la vuelta al mundo, y muchos ya estaban usando el término «Robo del Siglo».
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Con la presión de los medios de comunicación encima, el caso fue puesto en manos de la Bundeskriminalamt, la Policía Criminal Federal alemana. Empezaron con tres suposiciones: a) dado el peso de la moneda, el robo fue obra de más de una persona, b) tuvieron que utilizar herramientas, y c) si la alarma no sonó es porque tenían un hombre dentro.
Y con eso, se pusieron a buscar. Pronto encontraron la escalera de alumnio, el soporte rodante, la cuerda, la carretilla, y el mango de hacha. En varios de estos objetos, así como en la famosa ventana, los investigadores encontraron restos de ADN.
Al día siguiente del robo, cerraron el tramo del S-Bahn que rodeaba el museo, y se pusieron a investigar. Comprobaron las cámaras de seguridad, que, efectivamente, mostraban a tres hombres jóvenes vestidos con sudaderas oscuras y con capucha, que fueron analizados con técnicas bioforenses.
Dado que sospechaban que unos de los empleados del museo debía ser cómplice, también se pusieron a investigar a los guardas de seguridad. En el móvil de Denis aparecieron selfies con la moneda y con otras zonas del museo. Además, encontraron búsquedas en Google relacionadas con coches de lujo e inversiones de 100.000 euros, y comprobaron que a los pocos días del robo, el guardia había adquirido una cadena de oro de 10.000 euros. La sospecha recaía sobre él.
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A partir de ahí, para llegar a los Rommo, fue cuestión de atar cabos. Pronto descubrieron la relación entre Denis y los Rommo, cuyo clan era muy conocido en círculos policiales por sus delitos, que incluían un robo muy violento a una sucursal de una caja de ahorros de Berlín. Entre esta relación, y que el análisis bioforense de las cámaras de seguridad coincidía con el perfil de Ahmed, Wissar y Wayci, la policía ya tenía sospechosos.
Finalmente, en uno de los vídeos de seguridad captados durante los viajes de reconocimiento llevados a cabo por los ladrones, uno de ellos llevaba una chaqueta de Armani cuya producción había sido bastante limitada. Esa chaqueta se encontraría en casa de Wissam, junto con unos guantes con restos del cristal antibalas procedentes de la vitrina de la moneda. Además, durante el análisis de un teléfono móvil posicionado muy frecuentemente en la casa en el que éste dormía, aparecieron en él búsquedas en Google relacionadas con la fundición de oro.
A pesar del enorme esfuerzo en sus investigaciones [policiales], incluyendo una comisión especial, 50 operaciones de vigilancia telefónica y análisis de torres telefónicas, 30 registros domiciliarios y del despliegue de perros rastreadores, las pruebas conseguidas son escasas.
Toralf Nöding, abogado defensor de los arrestados
300 policías arrestan a los ladrones
El 11 de julio de 2017, el cuarteto de implicados fue finalmente arrestado tras un asalto policial en el barrio berlinés de Neukölln, en el que participaron alrededor de unos 300 agentes policiales y de fuerzas especiales fuertemente armados. Además, allí la policía se incautó de cuatro escopetas, más de 100.000 euros en efectivo, varias prendas de ropa (incluída la chaqueta de Armani) y varios coches. Entre esos vehículos estaba el Mercedes Clase S utilizado en la huída, con una máscara de esquí y un cuchillo de caza dentro.
Ese Mercedes iba a ser fundamental como prueba, y todo el mundo lo sabía. El coche quedó almacenado en dependencias policiales. Pero un grupo de personas desconocidas fueron capaces de forzar la entrada, llegar al coche, y vaciar un extintor de espuma dentro, con la supuesta esperanza de invalidar así futuras pruebas forenses que pudieran aparecer.
No fue suficiente. En el Mercedes, los forenses encontraron trazas de oro cuya pureza coincidía con la de la Big Maple Leaf. Recordemos que, precisamente, la pureza de la moneda era uno de las grandes orgullos de la Royal Canadian Mint, y por lo difícil que es de conseguir. Además de en esta pieza, sólo se suele encontrar en equipamiento industrial superespecializado, como material para la construcción de naves espaciales. Esos restos de oro también aparecieron en algunos apartamentos relacionados con los Rommo, así como en algunas de sus prendas de ropa.
Juicio Número 1: ¿Realmente fueron ellos?
El juicio a los tres Rommo y a Denis W., acusados de robo con fuerza, comenzó el 10 de enero de 2019 en Moabit, casi en el centro de Berlín, y estaba presidido por la magistrada Dorothee Prüfer. De acuerdo con las leyes alemanas y a solicitud de la defensa, dado que tres de ellos eran menores de 21 años en el momento en el que tuvo lugar el robo, el juicio tuvo lugar en una corte juvenil.
El primer día, los cuatro acusados entraron al juzgado con revistas tapándoles las caras, a las que habían hecho agujeros para los ojos y que matuvieron durante todo el juicio. Pero también llegaron con un ejército de 9 prestigiosos abogados alemanes, liderados por el letrado Toralf Nödig.
Durante 41 sesiones a lo largo de un año, la fiscalía alemana definió los hechos como «el crimen más espectacular en Berlín desde la Segunda Guerra Mundial», presentó todas las pruebas recolectadas durante la investigación de la policía y pidió una condena de entre 5 y 7 años para todos los acusados. Mientras tanto, la defensa, se dedicó afanosamente a argumentar que todo era un circo mediático, que todas las pruebas presentadas durante el juicio eran circunstanciales y que no había ninguna prueba directa que implicara a sus defendidos en el robo, pidiendo para ellos la absolución.
Los acusados se mantuvieron en silencio durante todo el procedimiento, sólo hablando para confirmar sus nombres y sus empleos.
Finalmente, el 19 de febrero de 2020, la magistrada dictó sentencia, y quedó claro que los esfuerzos de la defensa no fueron suficientes. Achmed y Wissam, como ejecutores, fueron condenados a cuatro años y seis meses de prisión. Denis, como cómplice, a tres años y cuatro meses. La participación de Wayci no pudo ser probada, así que quedó en libertad sin cargos.
Además, en una orden adicional del juzgado, Achmed y Wissam fueron condenados a pagar 3,3 millones de euros, el valor intrínseco de la moneda en ese momento. Denis fue condenado a pagar 100.000, cantidad que se creía que habría percibido por su ayuda en el crimen.
Juicio Número 2: ¿Y ahora quién paga todo esto?
Al día siguiente de que se hiciera pública la sentencia contra los ladrones, comenzó un juicio entre el dueño original de la moneda, Boris Fuchsmann, con el apoyo del Museo Bode, y la compañía de seguros Allianz, que había asegurado la moneda. Fuchsmann había sido compensado con 800.000 euros, pero no le pareció suficiente, según él valía 3,4 millones, así que demandó 2,6 millones de euros más.
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El juicio tuvo lugar en la cuarta cámara del juzgado de lo civil presidido por la magistrada Marianne Voigt. Pronto se decidió que, efectivamente, Fuchsmann tenía que percibir ese dinero. La gran pregunta fue que quién tendría que pagarlo, si la compañía de seguros, la compañía de seguridad privada, o si el Museo Bode y por tanto el gobierno alemán. Y el gran punto de contención fue la famosa ventana del vestuario que no estaba conectada al sistema de alarma.
Allianz argumentó que el Bode había roto el acuerdo al no tener su sistema de seguridad en condiciones aceptables. El Bode argumentó que ellos habían hecho todo lo posible por arreglar la ventana, pero que no había dado tiempo, y que la culpa era de la seguridad privada por no investigar convenientemente a sus contratados.
La lectura de la sentencia estaba originalmente prevista para el 17 de marzo de 2020. Sin embargo, como en muchos otros sitios, la actividad judicial en Alemania se ha visto afectada por la pandemia, y no he podido encontrar ninguna noticia sobre si ha tenido lugar o no. En cuanto la encuentre, actualizaré esto.
¿Y qué pasó con la moneda?
La moneda no ha vuelto a aparecer.
Una de las primeras cosas que hizo la policía tras el robo es preguntar a los joyeros y fundidores profesionales de oro de la ciudad acerca de la pieza, y pedirles que les avisaran si les llegaba en un futuro. Pero a día de hoy, no ha sido el caso.
El hecho de que hayan aparecido virutas de oro en el Mercedes usado para la huída, que en el móvil de Wissam hayan aparecido búsquedas relacionadas con la fundición de oro y que en el asalto a la casa haya aparecido una nota detallando gramos de oro y su precio en el mercado no hace presagiar nada bueno. La policía cree que la pieza fue cortada en trozos más manejables en una joyería local, fundida, y vendida en Alemania, pero no descartan que se la hayan llevado al extranjero.
En todo caso, es muy improbable que volvamos a ver esa Big Maple Leaf.
El destino final de la moneda (Actualización 19/12/2020)
Aunque yo pensaba que este caso estaba cerrado, esta semana hemos tenido noticias importantes relacionadas con él.
Resulta que, el pasado lunes 14 de diciembre, la policía de Berlín arrestó a otros dos miembros del clan de los Remmo, esta vez por robar joyas del siglo XVIII en un museo de Dresde. En conexión con esos arrestos, el miércoles 16 de diciembre, 120 agentes de la policía de Berlín llevaron a cabo varios registros en 17 joyerías y apartamentos de la capital alemana, en relación con «presuntos productos comerciales robados y falsificaciones comerciales».
Detuvieron a 8 personas de entre 14 y 51 años, acusados de «haber obtenido oro robado para fundirlo y utilizarlo para fabricar monedas de oro falsificadas en forma de monedas de inversión. Según el plan, se dice que llevaron las monedas hechas del oro a transacciones de pago como genuinas a través de las joyerías operadas por los sospechosos o sus familiares en Neukölln y Reinickendorf. Algunas de las falsificaciones ya se han puesto en circulación.»
Pero lo sorprendente del comunicado de la policía berlinesa es su última línea: «Se están examinando posibles conexiones con el robo de la «moneda de oro» del Museo Bode el 27 de marzo de 2017″.
El diario Bild profundiza en ello, y nos da pistas de un posible, triste destino de la Big Maple Leaf. Uno de los joyeros detenidos tiene vínculos con la escena del hip-hop alemana, siendo vendendor habitual de joyas y medallones para raperos. Pues parece ser que la Big Maple Leaf fue fundida, y a parte de falsificar monedas bullion, con parte del oro se fabricaron algunos de esos medallones para raperos.
Si la historia ya era rocambolesca, este final lo lleva a digna de película.
Muy buena reseña, muy completa y que deja muy poco a la imaginación. Creo que los cuatro participantes merecen un premio, junto con el castigo obviamente; puede ser una replica del objeto robado. La replica pequeña, de unos 5 a 8 gramos.
Me alegro de que te haya gustado! Sinceramente, yo pienso que de ésto van a hacer la película en algún momento, y ése va a ser su premio: la inmortalidad cinematográfica.