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La Revolución Francesa no necesita presentación. Fue un gran experimento que abarcó absolutamente todas y cada una de las áreas de la vida francesa: desde los movimientos políticos y sociales, hasta la concepción del calendario y del dinero. Ésto último es lo que nos ocupa: el gran experimento que fue el assignat, el dinero de la Revolución. Experimento que salió como el culo.
El assignat fue, básicamente, la moneda que se usó en Francia entre 1789 y 1796. La gran novedad estuvo en que, por primera vez en la historia, en vez de estar respaldado por metales preciosos estaba respaldado por tierras.
La primera emisión del Assignat
Una de las causas principales de la Revolución Francesa fue que, para sorpresa de muchos, la tesorería del Rey Luis XVI estaba totalmente quebrada. El sistema de recaudación de impuestos de la Francia del Antiguo Régimen era tremendamente ineficiente y ponía una carga impositiva tiránica a las clases medias y bajas, que veían como los pocos ingresos que tenían eran extraídos por el Estado. Un Estado que, para más inri, oficialmente estaba libre de deudas, pero que en secreto, tenía un nivel de deuda insostenible y cada vez más déficit presupuestario.
El 14 de julio de 1789 la Bastilla fue tomada por revolucionarios. Éste se considera tradicionalmente como el momento en el que se inicia la Revolución. A partir de ahí, el poder del Estado pasa a la Asamblea Nacional, nacida de la escisión del Tercer Estado -todo aquello que no era clero ni nobleza- de los Estados Generales convocados por el Rey ese año, precisamente, para solucionar la crisis finaciera.
La Revolución había triunfado, pero la deuda seguía existiendo. Y en medio de un ambiente anticlerical bastante pronunciado, se miró a la Iglesia Catolica como posible solución al problema. La Asamblea Nacional decició en ese momento que a la Iglesia le llegaban dos tercios de sus propiedades, y el resto sería expropiado por el Estado y subastado para cubrir los huecos en el presupuesto que había dejado el pago de la deuda.
Este proceso se preveía lento, pero la quiebra del Estado era inminente. Así que el Ministro de Finanzas Jacques Necker, el Conde de Mirabeau, y Talleyrand se sacaron de la manga unos bonos de deuda respaldados por los llamados «bienes nacionales», nombre pijo para decir «tierras confiscadas». Éstos fueron los famosos assignats, que fueron aprobados en la sesión del 21 de diciembre de 1789.
El primer assignat era un bono del tesoro por valor de 1000 libras francesas que prometía un 5% de interés, respaldado por el Estado con esas tierras expropiadas a la Iglesia. Los compradores de deuda tendrían dos opciones: redimir el bono cuando el plazo hubiera expirado y ganar el 5% de interés, o usarlo para comprar esas tierras una vez que salieran a subasta. Sea como fuere, el plan era que el assignat poco a poco volviera a manos del Estado.
La primera emisión, de 400 millones de assignats, se fijó para diciembre de 1789. Se craron dos entidades financieras especiales: la Caisse de l’Extrordinaire los emitiría, y la Caisse d’Escompte sería la encargada de pagar a los deudores.
El Assignat como moneda
«Cuando en un país circulan simultáneamente dos tipos de monedas de curso legal, y una de ellas es considerada por el público como «buena» y la otra como «mala», la moneda mala siempre expulsa del mercado a la buena.»
Ley de Gresham
Aunque originalmente no estaba pensado para ello, el assignat comenzó a ejercer de moneda circulante entre los franceses. Debido a la crisis económica, la moneda circulante de metal precioso había prácticamente desaparecido del sistema económico, y el intercambio ya se había convertido en el método primario de transmisión de valor.
Con estos hechos encima de la mesa y con la oposición de dos de los tres padres de la idea (Necker y Talleyrand), a la Asamblea Nacional Constituyente no le quedó otra que reconocer lo evidente y convertir el assignat en la moneda oficial de Francia el 17 de abril de 1790. Eso sí, bajaron el interés al 3%.
Al día siguiente de convertirse en el papel moneda oficial de Francia, el valor del assignat cayó un 5%.
En septiembre de 1790, se autorizó una nueva emisión de assignat por valor de 800 millones de libras francesas. Esta vez, no acarrearían ningún tipo de interés, pero llevarían múltiples denominaciónes: 50, 60, 70, 80, 90, 100, 500, y 2000 libras.
Los que habían propuesto la idea habían razonado que si el assignat se emitía al mismo ritmo que al que se vendían las antiguas tierras de la Iglesia y por el mismo valor, y a la vez se iban retirando los antiguos assignats con interés, no iba a haber problema. Craso, craso error.
Por otro lado, las monedas del Antiguo Régimen pre-revolucionario aún eral de curso legal, y teóricamente se podían cambiar por assignats. Pero, siguiendo la ley de Grisham, las pocas que no habían sido guardadas y aún circulaban desaparecieron completamente de las transacciones diarias. Los billetes emitidos eran demasiado grandes para ese tipo de transacciones, así que, de manera privada, aparecieron monedas que las cubrieron.
La Hiperinflación
Si emites más dinero para pagar tus deudas, sube la inflación. Si emites demasiado dinero, aparece la hiperinflación. Y luego tienes que pagar el pan con carretillas llenas de billetes, como en la República de Weimar.
Interpretación del autor de una de las principales máximas macroeconómicas.
El efecto de la introducción del assignat en la economía revolucionaria fue, a cortísimo plazo, beneficioso. La producción aumentó ligeramente y la escasez de efectivo fue solucionada.
Pero más pronto que tarde, se vió que el assignat no funcionaba como se esperaba. Para finales de año, su valor ya había bajado un 20%. En septiembre de 1792, un 50%.
Hubo tres causas principales para explicar esta bajada tan brusca:
1- Cuando se empezaron a subastar las tierras confiscadas a la Iglesia, resultó que había un exceso de oferta para la demanda real. El precio bajó, y la recaudación fue mucho menor de lo esperado. Sin embargo, el assignat seguía y seguía y seguía siendo emitido a un ritmo altísimo.
2- En 1792, comenzó la Guerra de la Primera Coalición, el primer conflicto de los seis que las potencias europeas necesitarían para derrotar, primero, a la Francia Revolucionaria, y luego a Napoleón. El Reino Unido, Suiza y Bélgica se pusieron a falsificar assignats, inundando el mercado de papel moneda, aumentando así su oferta y bajando su valor.
3- Los Gobiernos eran tremendamente inestables. Que si Girondinos, que si Jacobinos, que si derechas, que si izquierdas, que si golpes de estado, que si purgas internas… Los gobiernos duraban, con suerte, meses. Y con cada gobierno nuevo, la pérdida de confianza en la economía francesa aumentaba. Parecía que la Revolución iba a ser derrotada en cualquier momento. Sin Revolución, el assignat sería un cacho de papel sin valor ninguno.
Pero el assignat se seguía y se seguía y se seguía emitiendo. Y los precios seguían y seguían y seguían subiendo.
Vive la Rèpublique!
Dice la leyenda que cuando Luis XVI protagonizó su famosísima Fuga de Varennes en junio de 1791, uno de los guardas que lo reconoció fue capaz de hacerlo porque vió su retrato en los assignats. Esa Fuga fue el final efectivo de su autoridad constitucional del Rey en Francia. Aunque la República no sería proclamada hasta el 22 de septiembre de 1792, Luis XVI fue encerrado en las Tullerías mientras se decidía que hacer con él, que, al final, fue cargárselo en la guillotina en 1793.
En los tres años que duró el assignat republicano, se puede ver perfectamente la evolución política de la Primera República Francesa.
Sin embargo, pasó algo curiosísimo. Ninguno de los Gobiernos Republicanos se dignó a retirar el assignat monárquico de circulación. Había deudas que cubrir y ejércitos que pagar, así que se limitaron a emitir más y más assignats sin control ni planificación ninguna.
Como resultado, el assignat monárquico se convirtió en relativamente escaso, y había cierta esperanza de que fueran respetados por el rey en caso de restauración monárquica, así que empezaron a ser considerados como «moneda buena». La gente los guardaba, y comenzaron a valer un poquito más.
La economía iba cada vez peor. Y en vez de echarle la culpa al assignat, se intentó de todo menos retirarlos de circulación. Incluso se cambió de moneda oficial: en 1795 se introdujo el franco francés, abandonándose la libra francesa.
En este periodo, sólo hubo dos pequeños repuntes en el valor del assignat. Ambos sucedieron con gobiernos jacobinos de izquierda. Y fue porque, al confiscar las propiedades de los grandes nobles terratenientes, también fueron confiscados los assignates que poseían, retirándose así una gran cantidad de billetes y reduciendo la oferta de dinero.
Pero en las esferas del poder, nadie con autoridad para hacer algo al respecto ató cabos.
Por otro lado, los experimentos sociales que los dirigentes revolucionarios condujeron en otros ámbitos, como la introducción del Calendario Republicano Francés en 1793, también fueron reflejados en los assignats.
La muerte del Assignat
Para cuando el Directorio asumió el poder en la Primera República Francesa en en noviembre de 1795, había en circulación assignats por valor de alrededor de 45 billones de libras francesas -sin tener en cuenta los assignats falsificados-, pero las tierras que lo respaldaban sólo tenían un valor de entre 2 y 3 billones.
La economía francesa estaba paralizada. El comercio era inexistente, las fábricas habían cerrado, y la mayoría de los negocios, si sobrevivían todavía, era a muy duras penas.
El assignat era, a efectos prácticos, un papel sin valor.
Así que en febrero de 1796, el Directorio dijó que había sido suficiente. En una ceremonia en la Place Vendôme de París, se hizo una hoguera enorme con cientos de miles de assignats y con las placas que se usaban para imprimirlos.
Para 1830, el assignat era un artículo de coleccionismo.
Sin embargo, el Directorio no aprendió nada de lo que había pasado en los siete años anteriores. Su solución al problema fue emitir los llamados «mandatos territoriales», que básicamente eran lo mismo que los assignats. Para el año siguiente, 1797, los mandatos territoriales ya habían perdido completamente su valor, y las monedas habían vuelto.
Hoy en día, conseguir un billete de assignat para vuestras colecciones no es nada complicado. Los hay, en estados humildes pero decentes, que tienen precios de martillo en subasta de alrededor de 15 euros.