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Tanto en numismática como en notafilia existen errores y existen ERRORES. Y los errores con mayúsuculas suelen ser espectaculares. Uno de los billetes más llamativos en la notafilia estadounidense es el Billete Del Monte, con una etiqueta de plátano pegada.
Este billete salió hace unos días en el Facebook de ColeMone, pero es que es tan curioso que quedé un pelín obsesionado con él, tanto que acabé haciendo una pequeña investigación en profundidad. Este artículo es el resultado de esa fijación con el cómo y el por qué de la existencia de este billete.
Éste es el «Billete Del Monte»
Pues éste es el famoso billete:
Su particularidad es que tiene una etiqueta de plátano pegada. Y sobre la etiqueta de plátano está el numero de serie y el sello del Departamento del Tesoro, indicando que la etiqueta fue pegada antes de que el billete fuera terminado de imprimir. Es una etiqueta amarilla, verde y roja de la marca Del Monte, de ahí el nombre «Billete Del Monte».
Es uno de los ejemplos más espectaculares de lo que se conoce en notafilia como un «error de obstrucción retenido». Un error de obstrucción se produce cuando un objeto se interpone entre la placha de papel moneda y el rodillo que se usa para imprimirlos. Son billetes raros, ya que suelen ser detectados y destruídos en los controles de calidad. Aún así, cuando acaban en circulación, normalmente, el objeto que se interpone acaba cayéndose del billete. Encontar uno que en el que el objeto haya permanecido (de ahí el «retenido»), es increíblemente inusual.
El Billete Del Monte es un billete de 20 dólares de la Serie 1996, que se fabricó de 1996 a 2004. Fue impreso en las instalaciones que la Oficina de Grabado e Impresión (Bureau of Engraving and Printing, o BEP) del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos tiene en Fort Worth (Texas), como indican las iniciales FW que están a la derecha del retrato de Andrew Jackson, séptimo presidente de Estados Unidos. Como tal, es un billete de curso legal.
La autenticidad del billete está certificada por la casa americana PMG, que además, decidió que su estado de conservación era de 64 en la escala Sheldon, que equivale a un estado sin circular, es decir, nuevo. Además, lo marcó como EPQ, iniciales en inglés de Calidad Extraordinaria del Papel, que indica que no ha sido manipulado para que parezca que tiene una conservación mejor de la real.
¿Y cómo llegó la etiqueta de plátano hasta ahí?
Que una etiqueta de plátano acabe en un billete así es muy fácil de describir, pero increíblemente difícil que pase. La impresión de los billetes de dólar en Estados Unidos tiene tres pasos:
- Se imprime el reverso sobre el papel moneda (que no es papel, realmente es una mezcla de 75% algodón y 25% lino).
- Se imprime el anverso.
- Se imprimen los números de serie y el sello del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos.
Una vez impresos, se inspeccionan, se cortan y se vuelven a inspeccionar antes de ser empaquetados. Como te puedes imaginar, ese proceso de inspección es bastante exhaustivo y suele detectar gran parte de los errores que se pueden producir durante todo el proceso. Pero gran parte no son todos.
Pues bien, en algún momento entre el paso 2 y 3, un empleado o bien colocó o bien se le cayó la etiqueta sobre la plancha de billetes todavía sin cortar. Y la puntilla es que, durante esos múltiples procesos de inspección, nadie se dió cuenta de que estaba ahí.
¿Pero fue a propósito o por accidente?
No se sabe a ciencia cierta, y, de hecho, es uno de los grandes debates que rodean a este billete.
La mayoría de expertos, basándose en la localización perfecta de la etiqueta y en que haya pasado tantos controles, creen que fue puesta a propósito por un empleado del BEP, que o debía de estar aburrido, o quiso gastar una broma para consumo interno y se le acabó yendo de las manos.
Sin embargo, un número minoritario de personas creen que fue un accidente fortuito. Su principal argumento es que cuando una impresión o una acuñación de moneda fraudulenta sucede dentro de la fábrica, el objetivo del empleado suele ser ganar dinero con ella, cosa que no sucedió con este billete. Aquí en España tuvimos un ejemplo de ello con las monedas de Juan Carlos: hubo unos empleados de la FNMT que se dedicaron a acuñarlas en metales preciosos y venderlas por un buen dinerito.
Es probable que nunca sepamos la verdad sobre el billete. Pero lo que sí sabemos es lo que pasó con él.
Érase una vez un cajero automático de Ohio
Si por sí mismo el billete no fuera lo suficientemente particular, aún encima, ésta es de las pocas ocasiones en las que se puede trazar la cadena de custodia completa.
Tras su impresión, el billete pasó por los mecanismos correspodientes para la puesta en circulación que tiene la Reserva Federal americana (más o menos el equivalente americano de cualquier banco central), que es la responsable de su emisión. La Reserva Federal tiene una sucursal en Cleveland (Ohio), a donde fue enviado el paquete contienendo este billete, y de ahí, se mandó a un banco comercial desconocido en algún punto del estado, que lo puso en su cajero automático.
Un día cualquiera, un joven estudiante universitario fue a sacar dinero a un cajero. Cuando se fijó en lo que en los billetes que la máquina le había dado, vió algo extraño en uno de los billetes: la etiqueta de un plátano. E inmediatamente sospechó que ese billete valía mucho.
Ese mismo año (unas fuentes dicen que fue en 2003 y otras en 2004), el estudiante puso el Billete Del Monte a subasta en eBay, y comprobó como su sospecha era correcta. Aunque no muchos coleccionistas ni expertos en notafilia conocían todavía la existencia del billete, las 12 pujas que tuvo lo llevaron a un precio final de 10.100 dólares.
El ganador fue Daniel Wishnatsky, coleccionista de billetes oriundo de Phoenix y miembro de la Sociedad Americana de Coleccionistas de Papel Moneda, quien creía que el valor del billete podía ser dos o tres veces más alto. Wishnatsky lo graduó en PCGS recibiendo una calificación de 63.
Wishnatsky lo tuvo hasta el 6 de enero de 2006, cuando lo subastó a través de Heritage Auctions en la feria numismática más importante de Estados Unidos, la FUN de Florida. El precio de martillo final en esa ocasión fue de 25.300 dólares, y los pagó un tal Jackie Morales, dueño de un negocio de caravanas recreativas que vivía en una ciudad llamada Cleburne que queda, precisamente, a las afueras de Fort Worth. Morales publicitó el billete como si no hubiera mañana, con el objetivo de darle más valor todavía a lo que veía como «una inversión«. Y en algún momento, de paso, lo mandó a la PMG a graduar de nuevo.
El billete acaba de volver a salir a la venta. Heritage lo subastará de nuevo en enero de 2021. Estaba planeado que fuera en la FUN de ese año, pero acaba de ser suspendida por culpa de lo que te imaginas, así que todo apunta a que será una subasta online. Como en cualquier moneda o billete único, el precio al que se rematará es incalculable, pero seguro que será mayor de esos 25.000 dólares y pico.
Actualización 23/01/21: Y tanto que fue mayor. El precio de remate fue de 396.000 dólares, unos 325.000 euros, al que hay que sumarle la comisión de la casa de subastas.