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En 2019, Bélgica emitió una moneda de 2 euros en conmemoración del Instituto Monetario Europeo. Bajo este nombre inocuo que parece sacado de una institución educativa, se encuentra uno de los organismos europeos más importantes para el establecimiento del euro como moneda europea.
Como siempre, primero podrás encontrar un pequeño resumen marcado en azul para incorporar a la ficha de la moneda en tu colección, y luego entraré en detalles de la cortísima historia del Instituto Monetario Europeo.
El Instituto Monetario Europeo fue un organismo transitorio de la Unión Europea encargado de preparar los aspectos técnicos de la implementación del euro como moneda europea, así como de coordinar las diferentes políticas monetarias de los Estados Miembros con vistas a su convergencia. Fue fundado el 1 de enero de 1994 de acuerdo con el Tratado de Maastricht, tuvo su sede en Frankfurt (Alemania), y fue disuelto el 1 de junio de 1998, dando paso al Banco Central Europeo.
La historia del Instituto Monetario Europeo
Antecedentes
La historia del proceso de integración monetaria europea tuvo sus dimes y diretes durante el transcurso del siglo XX. Aunque estuvo en mente de los políticos europeos ya desde antes de la Segunda Guerra Mundial, no fue hasta los 60 cuando el proceso se puso en marcha en serio. Sin embargo, a mediados de los 70, con el abandono del patrón oro y la crisis del petróleo, el proyecto perdió ímpetu, y acabó metido en un cajón durante 10 años.
No fue hasta mediados de los 80, con el inicio de la creación del Mercado Único tal y como lo conocemos hoy en día, que se volvió a tomar en serio la creación de una moneda única. En 1989, por encargo de la Comisión Europea, se publicó el llamado Informe Delors. Este informe proponía una implementación de la moneda única en tres etapas.
El 1 de julio de 1990 entró en vigor la primera etapa. Ésta suponía la eliminación de los controles de capital existentes entre los miembros de la Unión, el impulso del ECU como unidad de cuenta a nivel europeo, y el aumento de la colaboración estructurada entre los diferentes Bancos Centrales del continente. Además, los diferentes tratados que servían como marco legal para la Comunidad Económica Europea iban a necesitar ser reformados, y eso se tendría que hacer también en esta fase.
La segunda etapa se puso en marcha el 1 de enero de 1994. En esta fase, se creó el Instituto Monetario Europeo, y se caminó hacia la convergencia de los sistemas económicos y legales de los diferentes miembros de la Unión. Esto incluía la separación de los Bancos Centrales como organismos independientes, así como la cesación de los préstamos que éstos concedían al sector público y a las administraciones. También se fijaron los tipos de cambio de las monedas nacionales con el euro (aquel famoso 1 euro =166,386 pesetas).
El 1 de enero de 1999 empezó la tercera y última etapa. Tuvo que ver con la implementación efectiva del euro como moneda, que empezó ese mismo día en transacciones bancarias, y, en 2002, a nivel dinero físico. También entraron en vigor la política monetaria única, el ERM II y el Pacto de Estabilidad y Crecimiento.
Creación
El 7 de febrero de 1992 se firmó, en la ciudad del mismo nombre, uno de los acuerdos clave en la historia de la construcción europea, el Tratado de Maastricht. Este tratado creó la Unión Europea tal y como la conocemos hoy en día, y puso las bases legales para la creación del euro como la moneda del continente.
En su Artículo 109 F, Maastricht perfila la estructura, organización y funciones del Instituto Monetario Europeo.
Al inicio de la segunda fase, se creará y asumirá sus funciones un Instituto Monetario Europeo (denominado en lo sucesivo «IME») que tendrá personalidad jurídica propia y será administrado y gestionado por un Consejo formado por un presidente y los gobernadores de los bancos centrales nacionales, uno de los cuales actuará como vicepresidente.
El presidente será nombrado de común acuerdo por los Gobiernos de los Estados miembros a nivel de Jefes de Estado o de Gobierno, sobre la base de una recomendación, según proceda, del Comité de Gobernadores de los bancos centra/es nacionales de los Estados miembros (denominado en lo sucesivo «Comité de Gobernadores») o del Consejo del IME y previa consulta al Parlamento Europeo y al Consejo. El presidente será elegido de entre personas de reconocido prestigio y experiencia profesional en asuntos monetarios o bancários. Solamente los nacionales de los Estados miembros podrán acceder al cargo de presidente del IME. El Consejo del IME nombrará al vicepresidente.
Los Estatutos del IME se establecen en un Protocolo anejo al presente Tratado.
El Comité de Gobernadores será disuelto al inicio de la segunda fase.
Con la base legal ya construída en los Tratados, era momento de que el IME pasara a ser algo real y tangible.
Toda Europa ya sabía de aquellas que el Instituto, y especialmente su sucesor, el Banco Central Europeo, iba a ser una institución providencial en el ejercicio del poder económico en la Unión Europea.
La competición fue feroz, y las negociaciones diplomáticas, intensas.
La decisión sobre su sede, reglamentos, y primer Presidente, fue consensuada en la Cumbre Extraordinaria del 29 de octubre de 1993 celebrada en Bruselas. En el momento de tomar la decisión, estaba claro que la sede iba a ser Frankfurt am Main, Alemania.
Pero llegar a ella no fue tan fácil.
En una apabullante muestra de flema británica, el Reino Unido, que había rechazado ser parte de la moneda única, compitió con Alemania porque Londres fuera la sede del Instituto. Alemania básicamente vino a decir que nanay, que o tenían ellos la sede, o que no entraban en el euro.
Francia dijo que vale, que en Alemania, pero a ver si podía ser otra ciudad que no fuera Frankfurt, que ya había mucho poder económico en ella. Que ahora que Bonn había dejado de ser la capital germana, había muchos edificios vacíos. Alemania dijo que no, que iban a poner la sede donde les saliera del nardo.
Así que fue Frankfurt.
Para cuando esa Cumbre se celebró, el primer Presidente del IME también estaba claro. Hasta aquel momento, el Sistema Monetario Europeo estaba dirigido por lo que se llamaba la Cumbre de Gobernadores. Básicamente, era una reunión de los máximos mandatarios de los bancos centrales de los países europeos. Y casi siempre se reunían en la sede del Banco Internacional de Pagos, en Basilea, Suiza. El Director General del BIP era un muy respetado catedrático de economía belga, llamado Alexandre Lamfalussy. Dado que el IME iba a sustituír a la Cumbre de Gobernadores, se decidió que Lamfalussy sería el candidato adecuado.
Con todo decidido, el Instituto Monetario Europeo empezó a funcionar como institución independiente el 1 de enero de 1994, en una sede provisional. El 15 de noviembre de ese mismo año, inauguraron su sede definitiva en la Eurotorre de Frankfurt.
Maastricht diseñó el IME con dos objetivos concretos: implementar los pasos necesarios para la compleción de la Fase Dos de la Unión Económica y Monetaria, y preparar el terreno para el inicio de la Fase Tres.
Sin embargo, en el tiempo que transcurrió desde que se firmó el Tratado hasta que se fundó el IME, pasó algo que nadie había previsto. En septiembre de 1992, inversores especulativos atacaron al Sistema Monetario Europeo, provocando una crisis económica en la UE.
El Sistema Monetario Europeo (SME) fue creado en 1979, principal pero no únicamente. como repuesta al abandono a nivel mundial del patrón oro. El SME establecía un límite de fluctuación en los tipos de cambio de las monedas nacionales, en teoría con respecto al ECU pero en la práctica con respecto al marco alemán. Para las monedas fuertes, como la libra esterlina o el franco francés, la fluctuación máxima era de 2.25%. Las monedas débiles, como el escudo portugués, o nuestra peseta, tenían un límite del 6%. El objetivo era controlar la inflación y facilitar el intercambio de bienes y servicios.
El SME tenía sus partes buenas, pero estaba claro que la falta de flexibilidad no era una de ellas. Y en un panorama político y económico europeo que había cambiado rápidamente tras la reunificación de Alemania, los especuladores vieron una oportunidad de oro en atacar el SME.
El 16 de septiembre de 1992, la libra fue objeto de un ataque que acabaría por conocerse como el Miércoles Negro. Ese ataque llevaría al abandono del SME por parte del Reino Unido al no poder mantener el tipo de cambio dentro de la banda del 2.25%. La gracia les costó 3.3 billones de libras.
En esas mismas fechas, Italia y Francia recibieron ofensivas similares. La lira también acabó saliendo del SME. El franco francés aguantó, pero a un elevado coste. Todo eso provocó un efecto de arrastre en las economías europeas. La libra irlandesa y el escudo portugués sufrieron una devaluación, y la peseta sufrió nada menos que tres.
Actividades
Oficialmente, y según la propia institución, las actividades que el IME tenía que llevar a cabo eran las siguientes:
DESARROLLO DE LA FASE 2
- Reforzar la cooperación entre los Bancos Centrales nacionales
- Reforzar la coordinación de las políticas monetarias de los Estados Miembros con el objetivo de asegurar la estabilidad de precios
- Contribuír al examen de cumplimiento los criterios de convergencia en el contexto del Artículo 109 J de Maastricht
- Formular opiniones y recomendaciones sobre política monetaria y tipos de cambio
- Monitorizar el funcionamiento del SME
- Llevar a cabo consultas en ámbitos que sean de la competencia de los bancos centrales y que afecten a la estabilidad de las instituciones financieras y de los mercados
- Facilitar el uso del ECU y supervisar su desarrollo
PREPARACIÓN PARA LA FASE 3
- Especificar y desarrollar la infrastructura técnica y organizativa para el Sistema Europeo de Bancos Centrales y para el Banco Central Europeo
- Definir los conceptos necesarios y desarrollar el marco en el que se implementará la futura política monetaria única del Sistema Europeo de Bancos Centrales, especialmente en lo relacionado con:
- crear una estrategia para la política monetaria y un conjunto apropiado de instrumentos para dicha política
- promover la armonización de estadísticas
- Desarrollar el marco para la realización de operaciones de cambio de divisa en el extranjero, asi como gestionar las reservas oficiales de divisas de los Estados Miembros
- Promover la eficiencia de los pagos intraeuropeos, en particular, con la preparación de la infrastructura necesaria para un sistema de pagos transeuropeo
- Supervisar la preparación técnica de los billetes de euro
Pero ya se sabe que del dicho al hecho hay un trecho.
Ante un más que pesimista panorama económico, el objetivo político del Instituto Monetario Europeo cambió de la noche a la mañana. Había que establizar la economía europea. Lluis Bassets, que de aquellas era periodista para El País, lo describe mucho mejor de lo que yo podría hacerlo:
Pero el objetivo político, que no formal, de esta fase ha quedado modificado. Antes de la monumental crisis monetaria que ha destrozado al SME durante un año entero de devaluaciones -de septiembre de 1992 a agosto de 1993-, el IME tenía la vocación de prepararlo todo para la moneda única, incluido el detalle central y delicado de los billetes de banco. Ahora el encargo que recibe de los Doce es que ayude a restaurar la estabilidad y a coordinar lo más estrechamente doce economías constantemente tentadas a tomar decisiones divergentes.
Bassets, Lluís. «El Instituto Monetario es la única cita que no sufre retrasos en la construcción europea.» El País. 3 de enero de 1994.
O, dicho en otras palabras: el IME pasó de tener un foco casi exclusivo en los detalles técnicos y burocráticos de la implementación del euro, a, de alguna manera, tener que conseguir que el chiringuito no se desmoronase.
Tal y como reconoció el propio Lamfalussy en un discurso a banqueros alemanes, la labor del IME empezó con muchas dudas y mucho pesimismo sobre el futuro real del euro.
Durante los cuatro años y medio de existencia del Instituto Monetario Europeo, los funcionarios de la institución, preeminente extraídos de los diferentes bancos centrales nacionales de aquellos países que tenían como objetivo entrar en la Eurozona, trabajaron sin descanso para cumplir los objetivos marcados. Y para hacerlo dentro de los plazos establecidos en el Tratado de Maastricht.
Disolución
El IME había sido ideado desde el principio como una institución temporal que sirviera de base para la creación de un Banco Central a nivel continental, y como tal fue implementado.
Es una de esas paradojas de la vida: desde su creación, el IME tuvo el único objetivo de volverse innecesario.
A mediados de 1998 se consideró que ese objetivo ya había sido alcanzado, y que era hora de realizar los últimos preparativos para el inicio de la Fase Tres de Maastricht. Esto incluía la creación del Banco Central Europeo como organismo jurídico de pleno derecho.
Así que el 1 de junio de ese mismo año, el IME fue disuelto como entidad legal. Todos sus activos fueron transferidos al Banco Central Europeo, creado ese mismo día.
En ese momento, el segundo y, a la postre, último Presidente del IME era el holandés Wim Duisenberg, que había sustituído a Lamfalussy en 1997. Duisenberg firmó y supervisó la disolución, para luego heredar el cargo de primer presidente del BCE.
¿Por qué fue importante?
Un líder no puede ser líder sin que haya alguien que lleve a cabo sus órdenes. En lo que al proceso de construcción de la moneda única se refiere, el Instituto Monetario Europeo fue ese alguien.
En sus cuatro años y pico de vida, el IME fue el responsable de convertir una hoja de ruta marcada en una serie de papeles en una realidad tangible. Y tuvo que hacerlo en un ambiente enrarecido por la crisis económica y la falta de confianza que ésta había causado en el proyecto de moneda única.
Desde guíar y comprobar el cumplimiento de los criterios de convergencia hasta la emisión de recomendaciones sobre la dirección de las políticas monetarias de las 11 economías que integraron originalmente la primera fase de la eurozona, el IME fue completamene responsable de la parte técnica de la implementación del euro.
Pero también fue responsable de partes mucho más cercanas al ciudadano. El concurso de diseño para los billetes de euro fue convocado por el IME, por ejemplo. El nombre «euro» y el símbolo «€» también fueron una invención de la Institución.